sábado, 1 de octubre de 2011

Carta de Mir desde Perú

 



"Llegamos a el aeropuerto de Lima después de viajar en avión desde Corea por 26 horas. En cuanto aterrizamos nos dirigimos a Cuzco.



Cuzco es un lugar muy alto, así que es fácil sentir aerofobia en este lugar. Mi cuerpo es muy delgado, así que no había pensado mucho en ello pero conforme íbamos llegando mi cabeza comenzó a dolerme mucho y se me dificultaba respirar.



Me sentía tan mal que se suponía que teníamos que ir al gimnasio a practicar nuestra rutina de Tae Kwan Do pero no pude hacerlo por que tuve que recostarme.



Los demás que si terminaron de ensayar la rutina fueron a una plaza en donde había una hermosa catedral para promover nuestra demostración.



Nuestro trabajo consistía en entregarles volantes a las personas, las personas de Perú fueron gentiles con nosotros y nos respondieron que seguramente asistirían. Después de que tuvimos éxito en promover el evento comimos y fuimos a casa a dormir. A pesar de mi aerofobia dormí bien.



Cuando logre adaptarme a la altura y practicar muy duro llego el día de la demostración. Me sentía muy nervioso conforme se acercaba el momento de mi participación, pero me sentí aliviado al ver cuantas personas vinieron a vernos. Nos sentimos tan orgullosos de promover el Tae Kwan Do de nuestro país en otro país...Nunca olvidare la emoción que sentí ese día.



Después de hacer una escala en Lima nos dirigimos a Huaraz. Ahora realmente nos dirigíamos a nuestra meta, una escuela situada a 4000 metros en la cual teníamos que construir una cocina, un baño y convivir con los niños.



Cuando llegamos a la escuela fue un verdadero shock, El monto de alumnos era de 34 pero la situación en la que ellos estaban estudiando era increíble. Los materiales y la construcción estaban tan mal, que nuestros corazones se estaban rompiendo.



Nuestro voluntariado comenzó, ese tiempo que pase ahí resulto ser un momento en el cual aprendí mucho. Su actitud, siempre sonriendo, siendo felices a pesar de vivir en esas malas condiciones, los voluntarios de KOICA que se apresuraron a ir a Perú dejando detrás incluso sus trabajos, y ver a los trabajadores hacer las labores hasta caer exhaustos bañados en sudor realmente me hicieron sentir conmovido.


Incluso si mi tiempo de voluntariado no ha terminado, pensando en ayer que al terminar el trabajo del día nos cargaron y nos aplaudieron me hace sentir feliz. Pienso que trabajare muy duro en los días que aun me quedan aquí".

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